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lunes, 4 de marzo de 2013

Quinta El Cerrito


Municipio Baruta / Parroquia El Cafetal / Villa Planchart (1957)


Vista nocturna de la Villa Planchart (f. Paolo Gasparini - DOMUS).





EDIFICACIONES CIVILES / ESCENA URBANA

Nombre: Villa Planchart, a.k.a. Quinta El Cerrito
Fecha: 1953 - 1957. Moderna
Autor: Gio Ponti, arquitecto (Milán); Fausto Melotti, escultor ("Mural cerámico"); Romano Rui, artista (varios esmaltes sobre cobre); Armando y Anala Planchart, propietarios originales; Fundación Anala y Armando Planchart, propietario actual.


Uso actual: institucional

Observaciones: 1. Techos y estructuras: Cemento, hierro. 2. Paredes: Bloques de arcilla 3. Pisos: Mármol, gres, madera 4. Acabados, puertas y ventanas: Cemento, arcilla, mármol, cerámica, mosaico vitrificado, madera, metal, vidrio. Pórticos de concreto armado. En 1953, los Planchart le encomiendan al arquitecto italiano (1891-1979) el proyecto de una quinta en Caracas. Esta oportunidad es aprovechada por Ponti para desarrollar hasta sus últimas consecuencias la noción moderna de la "ligereza" ("la expresión de la liviandad -afirmaba el arquitecto-es el carácter de la arquitectura contemporánea") y de la unidad en los detalles, expresada tanto en la de la casa como en las diferentes partes que la conforman: pisos, techos, paredes, decoración interior y objetos utilitarios (Ossott, 1988: 6). Durante el proyecto y la construcción de la Villa Planchart, inaugurada en 1957, se estableció una relación única entre el arquitecto y sus clientes, la cual cobra cuerpo en un importante correspondencia a lo largo de los años. Como resultado de este intenso intercambio se obtuvo la excepcional Villa Planchart, la cual fue definida por Ponti como su "obra maestra" (Ossott, 1988: 8). Como complemento de la obra, Ponti diseñó una gran variedad de muebles, lámparas, bajillas, cubiertos y textiles, para cuya realización contrató a diversos artistas y artesanos italianos. La casa conserva una importante colección de arte moderno, conformada por obras de Alejandro Otero, Armando Reverón, Pablo Picasso, Romano Rui y Alexander Calder, entre otros. El "Mural cerámico" del Patio fue realizado por el artista italiano Fausto Melotti. Los esposos Planchart diseñaron, por su parte, el paisajismo de los jardines. Conscientes del valor de la Quinta El Cerrito, que trasciende la escala local para erigirse en ícono internacional de la arquitectura moderna, sus propietarios la legaron a la Fundación Anala y Armando Planchart para que le sirva de sede y desarrollar un programa de actividades culturales cónsonas con la preservación de su patrimonio mueble e inmueble. La Villa Planchart es un ícono arquitectónico y un testimonio de la mejor arquitectura moderna formalista caraqueña de los años 50.

Descripción: la Quinta El Cerrito es una edificación aislada, de dos plantas más semisótano, ubicada en el tope de una colina cuya vista domina al valle de Caracas en trescientos sesenta grados. Proyectada por el arquitecto milanés Gio Pionti entre 1953 y 1954 e inaugurada en 1957, es un paralelepípedo horizontal. Las paredes exteriores y el gran alero del techo se "separan" como planos sueltos, y se proyectan hacia el exterior. Una gran marquesina marca la entrada principal. En la planta, de proporción rectangular, predominan las formas libres; ésta se organiza alrededor de un patio central y un salón a doble altura que se abre simultáneamente al patio> y al jardín exterior. La planta baja presenta un estudio, dos comedores, y un área de servicio, mientras que en el nivel superior se encuentran las habitaciones. Un semisótano actúa visualmente como basamento del edificio por el lado noroeste, alojando espacios de apoyo a la cocina. La escalera principal, separa el atrio de acceso del patio. Como en las fachadas, los espacios internos están articulados por muros sueltos, que también se aligeran gracias a múltiples perforaciones, que permiten ver a través de ellas e integran los diferentes ambientes. Los planos que delimitan los espacios de la casa asemejan grandes cuadros; en efecto, los techos presentan murales con imágenes simbólicas; los pisos están recubiertos con mármoles; los muros perimetrales, con sus grandes ventanales, enmarcan vistas panorámicas del valle de Caracas y las particiones internas, con sus perforaciones, unen visualmente todas las áreas de la casa. Una gran variedad de muebles, lámparas, vajillas, cubiertos, textiles y objetos de arte y de arres decorativas, complementan la arquitectura, contribuyendo con la construcción de una atmósfera estilísticamente unitaria.

Contexto inmediato: la Quinta El Cerrito está localizada en la colina más alta del valle de Caracas, en la parte alta de la Urbanización Colinas de San Román, un sector estrictamente residencial y de baja densidad constructiva, con edificaciones de uno y dos pisos de altura dispersas en medio de la profusa vegetación dominante; limita por el norte, sur y oeste con zonas verdes, y por el este con la Calle La Colina y la Quinta Palafito.

Estado de conservación: bueno

Declaratorias: la Quinta El Cerrito fue declarada por el Instituto del Patrimonio Cultural como Bien de Interés Cultural de la Nación, publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N. 38.234 de fecha 22 de julio de 2005 como una de las manifestaciones tangibles registradas en el I Censo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2005, y por la Alcaldía del Municipio Baruta como Bien de Interés Municipal el según Decreto N. 181, publicado en Gaceta Municipal extraordinaria N. 128-04/2005 de fecha 14 de abril de 2005. 

domingo, 3 de marzo de 2013

La Torre de David





En los años 90 Caracas soñó con un centro financiero resplandeciente, ahora es el edificio invadido más alto del mundo.

Hace veinte años, el empresario venezolano David Brillembourg soñó con un centro financiero brillante, de vidrio revestido en el centro de Caracas, como símbolo de valor económico de la nación. El destino de la Torre Confinanzas fue otro-para convertirse en el hogar de una comunidad informal de 2.500 personas sin hogar que están colonizando poco a poco, y completando, el edificio de 45 pisos sin terminar. Dos artistas venezolanos, Ángela Bonadies y Juan José Olavarría, documentan la historia de una heterotopía contemporánea. Su investigación se resume en esta entrevista realizada por Jesús Fuenmayor, director del Centro de Arte Periférico Caracas, que les pregunta sobre el trabajo resultante, La Torre Por Dentro y Por Fuera.
Torre David: Entrevista a Ángela Bonadies y Juan José Olavarría por Jesús Fuenmayor


1. Jesús Fuenmayor: ¿Hay algún interés resaltante o enfático en aproximarse a este objeto de estudio como una forma de crítica a la modernidad desde el lenguaje del arte? ¿Qué tanta importancia tiene la crisis de la modernidad en la escogencia del objeto y el desarrollo del trabajo?

Ángela Bonadies/Juan José Olavarría: Una crítica a la modernidad está implícita en el trabajo, sin duda, pues es el centro de una promesa incumplida y un proyecto truncado; su crisis funda un nuevo estado de cosas. Pero también es importante resaltar que hay una crítica a un pensamiento dominante y casi obsesivo actual, de parte de buena cantidad de artistas y curadores, por la modernidad, como si fuera el lugar donde “todo se perdió”, enfocándose siempre en el arte y la arquitectura, por lo que se convierte en una mirada insular a la modernidad, descuidando, en el caso particular de Venezuela, el marco histórico y sociopolítico. De alguna manera esa modernidad que se relee y reinterpreta no se extendió ni sentó las bases profundas para convertirse en “cultura” y se quedó en casos aislados, en excepciones.

La elección de este objeto de trabajo, “la torre”, nos conduce a otras épocas y otras situaciones, pre y posmodernas, eso nos interesa. Este edificio no se considera patrimonio, pues no encaja en los parámetros modernos de belleza. Digamos que es un edificio modernizador, producto del boom bancario de finales de los años 80. Formaba parte de un proyecto de urbanización financiera para esa zona de Caracas. Iba a ser una de las torres de un boulevard bancario. Es, de alguna manera, producto del pensamiento de una modernidad bursátil, más cerca de la ideología de la empinada silueta de Wall Street que de las áureas unidades humanistas le corbusianas. Hay mucho encerrado en esa torre antes de ser invadida, una historia económica y política: la imagen de la “emergencia” de grupos de poder fuera de los “amos del valle”, las nuevas fortunas, la bonanza abierta al riesgo y al juego con el superávit, la especulación, la ausencia de controles y la ruptura formal con el culto archipiélago moderno local.

La crisis de la modernidad es la crisis de la utopía. La torre es una heterotopía, lo que vendría a representar un “espacio ambiguo”.
Señora María y su familia en su apartamento en el piso 6, donde vive y vende chucherías


Cuando se escoge un tema para ser investigado desde un cierto tipo de práctica artística como la de ustedes, que está constantemente poniendo en duda su propio punto de vista, y se escoge un tema tan único como el de la Torre David, ¿no se corre el riesgo de perder algo del filo crítico? Me refiero a que el tema es tan “espectacular”, tan único, que podría rebasar cualquier visión personal y anular la idea de que uno se enfrenta ante todo a una obra, a una investigación artística, y que uno está más bien en presencia de un fenómeno más que de una obra.

Al contrario. Primero, nos acercamos al objeto con una distancia ética y no lo vemos como un fenómeno “freak” a ser explotado. Si eso no se logra, el trabajo está perdido desde el comienzo. La torre no es “un tema” ni un parque temático, sino un espacio-objeto que concentra situaciones que nos permiten observar, investigar y desarrollar un trabajo desde diferentes disciplinas en las cuales estamos interesados; queremos acercarnos a un problema general, que tiene implicaciones históricas, económicas, políticas, demográficas particulares. La torre es un objeto, entre muchos, que representa la falta de sincronía entre los discursos y los hechos, es un espacio sintomático, no es un espectáculo. Las personas que viven ahí no son actores de una obra o un performance, están resolviendo un tema vital.


Además, la torre no es un hecho único ni aislado, forma parte de una ausencia y una presencia permanentes. La ausencia de decisiones para enfrentar un problema, la presencia de un colectivo que busca sobrevivir. En este caso, crea un contraste porque en vez de situarse en un terreno baldío o periférico o en un cerro se sitúa en un edificio abandonado, en un rascacielos aspiracional, pero en realidad, es un contenedor que se amolda y asimila para una causa común, la supervivencia, y que representa a su vez otro vacío, el de la fiscalización financiera y otra pelea, entre el poder político y el económico. Al final, todo lo que hacemos es fijar la mira en la huella que deja el poder en su andanza: un vacío en la resolución de problemas y una concentración brutal en las oficinas donde se toman las decisiones. Eso sí es un parque temático. La torre es una realidad tan humana como la geometría.

Hay dos elementos que participan de manera muy especial en el enfoque del problema (del objeto de estudio): primero, que decidieron “atacarlo” a cuatro manos y segundo que han estado presentando esta aproximación por partes. ¿En qué se basan estas decisiones? ¿Hay algunas decisiones preliminares que las anteceden? ¿Es parte de un plan cuidadosamente calculado o es el objeto de estudio el que impone esta aproximación? ¿Por qué?

El objeto de estudio es el que impone un ritmo. Podemos hacernos una idea de por dónde vamos a abordarlo y tratar de “saber todo” de ese objeto. Pero luego, cuando te aproximas, las decisiones no son sólo tuyas, tienes que contar con otras personas que no participan de tiempos de producción y hay que estar, ver y esperar. Eso está bien. Hay que respetar los tiempos. Las ideas preconcebidas se adaptan y cambian. El trabajo es flexible. Y se va construyendo. A veces es bueno que haya cuatro manos, mientras unas trabajan otras descansan y cuando todas están en el trabajo se complementan.



Izquierda: Un hueco del ascensor perfora el suelo del estacionamiento. Al mirar hacia abajo, se puede observar el preescolar en el barrio Sarría; hacia arriba, una vista del ala evangélica de la torre. Derecha: Las escaleras que conducen al estacionamiento de la torre.

A pesar de la ausencia de pasamanos, éstas son usadas regularmente por los habitantes del edificio.

La relación con este “objeto de estudio” debe ser muy ambigua. ¿cuántos rascacielos en el planeta tierra han sido convertidos en un espacio de ocupación ilegal? Probablemente ninguno y sin embargo este edificio no está en el centro de la atención mediática ni acá ni en otras partes (imagino por un segundo que unos okupas invaden la estatua de La Libertad y seguramente nos harían olvidar la caída de las torres gemelas). Ante la ambigüedad de la recepción pública de un evento de estas dimensiones, ustedes qué se plantean: a) estamos ante al mayor ejemplo de la estafa del progreso modernista b) estamos ante un ejemplo que nos deja tan perplejos que no podemos reaccionar c) Esta es la mejor manera de dejar atrás los complejos modernistas.

Hay varios casos en el mundo. En todo lugar donde haya problemas económicos ligados a crisis de vivienda se crean nuevas formas de ocupación. Hay casos similares en Sudáfrica, como dijimos antes. También hay todo un trabajo desarrollado en torno a política, vivienda y economía por parte de artistas comprometidos como Martha Rosler, en Estados Unidos.

Ahora, si hay que elegir entre tus tres opciones, nos quedamos con la última: dejar atrás los complejos modernistas. El arte del presente, como bien afirmó Serge Daney, no puede estar lleno de remordimientos. Es indispensable voltear y ver qué

del pasado proyectó nuestra actual perspectiva, pero no escrutar con gríngolas un determinado período, con los ojos llenos de lágrimas, “en busca del tiempo perdido”.





Roinner Hernández (Ronny), 20, trabaja en un prestigioso salón de belleza en el sureste de Caracas, pero también recibe clientes en su apartamento en el 4to piso de la torre. Como espejo, Roinner utiliza una hoja de vidrio tomada de la fachada de la torre.

En Israel los arquitectos se ponen al servicio de las estrategias militares para diseñar urbanizaciones enteras. En Venezuela los arquitectos tienen que ceder sus ideas a las necesidades más precarias. ¿Por qué se puede tener tanto éxito ejerciendo una profesión (determinando hasta las alturas de las ventanas en función de las bombas) en un lugar y tener tan poco éxito en otras partes (hacer un rascacielos que termina siendo un lugar donde se lanzarán bolsas con heces desde el piso 50)? ¿Qué determinantes culturales hacen posibles estos contrastes? ¿Cuál es el sentido de mantener una profesión dedicada a estos dislates? En fin, cuál es la crítica de la arquitectura como problema de diseño que ustedes tienen que asumir para entender este fenómeno desde un punto de vista cultural.

Aquí no hay problema arquitectónico ni de diseño. El arquitecto de la torre planeó hacer un rascacielos para que operara una empresa, un hotel, un centro comercial. Nadie planeó que se convirtiera en un edificio ocupado o invadido. Simplemente, al no haber respuesta del Estado para el vacío habitacional, la gente transforma todo lo que encuentra “ocioso”. Cuando la gente entra a invadir no ve un edificio con una carga cultural o formal, sino un espacio baldío con techo y escaleras, con espacios amplios para instalarse. El edificio fue dejado a medio construir por un problema político y económico. La arquitectura aquí es simplemente un vehículo para hablar de otras cosas. El contenido se mueve alrededor de ese vehículo, que bien podría ser un puente, un cerro, un terreno o un galpón.

Es cierto que la arquitectura y el urbanismo son temas de Estado, en relación a lo que mencionas de Israel. También es cierto que los regímenes totalitarios benefician un tipo de arquitectura, que termina siendo una parte de su discurso de poder, como el caso emblemático de Albert Speer o una gran cantidad de construcciones monumentales de los países comunistas. Los gobiernos liberales se mueven por un impulso distinto, dedicados al mantenimiento de las obras públicas, a propiciar espacios de consumo y placer, a la creatividad formal como una libertad otorgada. De alguna manera cada Estado “construye” su imagen a través de diferentes decisiones: lo que derriba, lo que levanta, lo que olvida, lo que hace y lo que no hace. Sería interesante hacer un análisis del discurso de nuestro gobierno a través de sus estrategias urbanas o la ausencia de ellas.



Cartelera con las normas y reglamentos para el piso 23, incluyendo información sobre los pagos y una lista de las personas responsables de mantenimiento

El comentario anterior, obviamente, es de alguien que no ha coexistido como ustedes con las personas que invadieron el rascacielos. Así que, ¿qué importancia tiene esa convivencia con los invasores para ustedes? ¿Cómo ha determinado la investigación que ambos están desarrollando la visión que tienen de este edificio sus invasores?

Este trabajo sufrió una importante ruptura. Al principio nos aproximamos a lo que era para nosotros la idea de la torre, lo que representaba: para la ciudad, dentro del arte venezolano, como forma, retícula, ícono, metáfora. Hicimos una serie de trabajos que reproducían su aspecto formal exterior y su carga simbólica, la retícula como estructura e historia. Fue importante tomar esa distancia. Luego, cuando entramos en la torre, hubo un giro. Podríamos decir que el lenguaje que se maneja dentro es mucho más complejo que nuestra preconcepción. Y no por espectacularidad, al contrario, sino por su organicidad. Todo el mundo quiere

vivir lo mejor posible. Cuando estás dentro no estás en la torre, estás en pasillos comunes, en escaleras o en la casa de una persona, de una familia. La torre desaparece cuando estás dentro y se transforma en un compendio de lenguajes atomizados que conviven bajo el trazado estructural.
Vista sureste de Caracas desde el piso 26. A la distancia se puede distinguir el minarete de la mezquita de Quebrada Honda.

Ambos han desarrollado un trabajo alrededor del problema de la representación con enfoques muy diferentes. Ángela se aproxima a ese problema como alguien que lo crítica por la vía de sus formas de clasificación. Juan José quiere hacer una iconografía de la desmemoria. ¿Qué es lo que la Torre de David hizo para hacerlos confluir en un trabajo en conjunto?

Comenzamos a trabajar juntos de otra manera, poniendo en diálogo trabajos de cada uno, sobre la representación de la memoria o las posibles memorias. Después de ese ejercicio preliminar decidimos abordar un trabajo en dupla y nos enfocamos en la torre, que nos daba la posibilidad de acercarnos desde diferentes lugares y disciplinas. Y ha funcionado. No hay una razón dominante más que la posibilidad de hacer converger distintas referencias y líneas de pensamiento.

Imágenes: Angela Bonadies y Juan José Olavarría - Fuente: http://www. domusweb.it/en/architecture/the-tower-of-david/ - Douz and Mille (entrevista en español)

sábado, 2 de marzo de 2013

Majestic Casual










Majestic Casual is an extraordinary YouTube music channel founded in 2011. We serve our guests with the finest electronic, hiphop and experimental music.

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